lunes, 18 de enero de 2010

Haití No Existe: Volverá Como El Fénix


Haití No Existe: Volverá Como El Fénix

USA, 18 de enero de 2010. La tragedia de Haití debiera sensibilizar al mundo sobre el infierno que vive ese país desde siempre, antes de que ocurriera el devastador terremoto. Tuvo lamentablemente que gritar la propia Tierra para que los ojos del mundo miraran con misericordia este pueblo desafortunado.

Haití sufre y ha sufrido desde su fundación como nación libre un terrible infierno de hambre, desnudez, carencia de salud, pero lo más grave es la falta de gobernabilidad, de ley y orden, elementos esenciales para que una sociedad pueda levantar el muro de sus instituciones. El orden es esencial, como decía Castellar, porque si faltara en un momento dado pereceríamos en el instante. Ahora, en medio de esta catástrofe de tierra arrasada y caos, es el momento propicio para que las grandes potencias, los ricos de la Tierra, con Estados Unidos al timón, reinventen esta nación, que tuvo desde sus inicios un destino tan azaroso, lleno de episodios cruentos y de degradación bochornosa de la condición humana.

La vecina República Dominicana, que alberga desde hace cuatro décadas una enorme comunidad haitiana, que sobrepasa el millón de refugiados de la miseria haitiana, puede colapsar, si no se toman a tiempo las medidas que demanda este momento de pena y dolor, que sufre esta gente tan abusada primero en tiempos de la colonia francesa como después por sus propios caudillos y gobernantes hasta el sol de hoy.

República Dominicana y Haití son como hermanos siameses, comparten el mismo suelo, con la diferencia de que el accidente de la historia permitió una mejor formación social en la primera por la violencia con que fue arrancada la presencia europea en la parte occidental de la isla como parte de la rebelión contra la esclavitud de los amos franceses. Extirparon el dominio francés, pero también el conocimiento, el orden social y el trabajo sistemático, que hizo de Haití entonces una de las colonias más prósperas de toda América.

Estados Unidos es el llamado a imponer el orden y a crear las bases sociales para que Haití pueda surgir renovado este enorme reto: levantarse como el Fénix de sus propias cenizas y tras más de 200 años de fundada como nación pueda ver un rayo de luz de un porvenir regido por el imperio de la ley.

En las últimas décadas Haití ha sido utilizado para punto de desembarque propicio de los barones de la droga que dirigen desde México y Colombia las rutas de la droga que luego pasa a la República Dominicana y Puerto Rico basta su destino final: el mercado de Estados Unidos.

Los dominicanos, que por décadas han compartido su pan con los haitianos, tienen ahora una carga monumental, que ya sobrepasa las posibilidades de su Gobierno y es ahí donde las potencias que tomen control de Haití deben entrar: es preciso evitar que la República Dominicana, un país de recursos limitados, pero con vocación de gobernabilidad, colapse por la natural (y hasta justificada) necesidad de los haitianos de huir para escapar del caos que prevalece en Haití.

Es preciso que el aluvión de ayuda que ha llegado para el rescate de Haití llegue a las manos necesitadas, con la eficiencia de ejecutoria de la élite mundial que comanda las operaciones. Conjuntamente con la sepultura de los muertos, y antes de poner el primer ladrillo, debe empezar el trabajo de buscar la mejor gente para organizar una autoridad decente que borre el pasado, sin plazos. Estados Unidos tiene el deber de ocupar y dirigir esta enorme y necesaria función de autoridad y gerencia de Haití, sin escuchar las voces interesadas de los equivocados de siempre.

Por Sucre Vásquez de Visión Global.US