Si nos remontamos al 2002, todos recuerdan la medalla de oro obtenida en El Salvador. Junto al béisbol, las otras selecciones de conjunto lucieron muy bien. Volibol ganó oro y el básquet plata. Ya en el 2006 en Colombia, el volibol volvió a ganar y los cinco magníficos cambiaron la plata del 2002 por el oro. Por primera vez los “pros” iban a un centroamericano en el béisbol y no les fue nada bien. Los cubanos, venezolanos y dominicanos se adueñaron de las medallas. Entonces vino el plan Mayagüez 2010. Se cambió el reglamento que nadie ha visto jamás sobre la participación de los profesionales en la doble a. Ahora hasta los big leaguers pueden jugar y todo encaminado a tener un gran equipo en Mayagüez. O al menos eso era lo que se había hablado.
Nunca hemos visto una copia del plan Mayagüez 2010 como tampoco vimos el reglamento de los pros. Hoy vemos el resultado, muy pocos de esos “pros” en la selección y el beisbol sufría la gran humillación del certamen mientras el básquet y el volibol repetían el oro. Quedaron fuera de la premiación y ni tan siquiera un solo triunfo fuera de su grupo o contra algún medallista. Sería interesante ver como Puerto Rico terminó con 4 y 2, algo que parece alegrar a algunos funcionarios, sin identificar que los triunfos fueron contra Guatemala, Islas Vírgenes, Venezuela y Panamá. Era un grupo de cinco países y ninguno ganó medalla.
Ahora muchos aprovechan la coyuntura del desastre para reclamar que debieron haber llevado jugadores de nuestro torneo. Otros lo hicimos desde antes de la confección del equipo. ¿Orlando Mercado? Que tal Stephen Morales, Elvis Corporán o Luis Cruz. Phillip Cuadrado, el mismo que abandonó a los Mulos fue premiado con ser el inicialista regular. Que les parece Abner Arroyo, E-Rod, José G. León, Buster Vega, Toño Candelaria o Raúl Santana. ¿Prefería a Irving Falú en la intermedia o a Juan Carlos Díaz? ¿Recuerdan a Roberto Moreno y un ex All Stars en las grandes ligas de nombre José Vidro? Quiquito Jiménez en la antesala lució muy bien pero Roberto Carlos Santana, Gregory D’Oleo y Richey Burgos estaban aquí. Nick Ortiz fue invitado a última hora. Eduardo Núñez y Joseph Pérez pudieron estar y además fungir como “utilities”. Y si vieron a Xavier Ramos, lo menos que merecía era una invitación. En los bosques había tanta cantidad que tanto Armando Ríos como Chris Amador fueron incluidos. Pero muy bien pudieron estar también Geraldo Amador, Luis Sabino, Wil Duverge, Igor, Luis Daniel, Nico, Gabino, Cesarito, Odanis Ayala, Melvin Tomassini, Kelvin Vélez o Heriberto Velázquez. Hay que reconocer que los lanzadores hicieron un trabajo encomiable. Pero ante la calidad de los rivales, ¿era necesario traer lanzadores que no fueran de la doble a? Josué Matos en una ocasión indicó que si no jugaba con Cabo Rojo no jugaba nuestro torneo.
Eso trastocó el proceder de los elites pues si querían a Matos en la selección tenía que jugar con sus Piratas. Pero Matos no fue ni tan siquiera invitado aun luego de sus grandes actuaciones en el pre-mundial y mundial. Aquí estaban Marchesse, Yanni Rivera, Adam Ortiz, Luis Arroyo, Melvin Pizarro, Tavo Ramos, Pimpim Marrero, René Alicea, Alex Bruno, Luis González, Erick Rivera, Tomás Santiago, Víctor Montes, Jesús Pabellón, Ismael Casillas, Roque Ramos, Reinaldo Torres, Alex Woodson, Jorge Charry, Gerald Barrios, Osvaldo Soto, Jonathan Ledee, David Rivera y Reggie Ortiz entre otros. Cualquier selección de los antes mencionados junto a los seleccionados de la doble a como José Carnevales y Miguel Martínez podían dominar los equipos rivales del torneo. Pero el colmo fue que invitaron a Andrew Ureña porque se lesionó Giovanni Soto. El huracán jamás hubiese tirado una bola de no ser por ese factor. Esto lo que da es risa.
Por conocimiento propio sé de anteriores selecciones que practicaban meses antes de un certamen como este. Eso era lo que los hacia un equipo y no un “vente tu” o una guerrilla mercenaria. Puerto Rico no practicó una semana completa juntos y no foguearon. Alguien del equipo me dijo que en la primera práctica se dieron cuenta que no había agua cuando a alguien le dio sed. Irónicamente, el costo de este desastre es una pregunta que requiere respuesta obligada y sin cantinfladas. Quien pretendía ser el Presidente del Comité Organizador envió su selección a un hotel y no a la villa. Muchos creemos que en estos juegos es tan importante el compartir como el competir pero al parecer los líderes de ahora no lo ven así. Prepárense para la excusa del poco espacio, pero recuerden que no hubo futbol y que Cuba no vino. Conversando con jugadores como Bebe Cruz y Carlos Pérez, por años baluartes de la selección, me comentaban que nunca cobraron por representar la patria.
Esto no quiere decir que la pasaban mal en sus competencias pues los líderes de antaño me aseguran que nunca ningún pelotero de la selección tuvo menos que cualquier otro atleta y en algunas instancias y cuando la situación lo requería se llegaron a quedar en hoteles o podían comer fuera de la villa. Pero con lo que costó este invento se pudieran cubrir tal vez 3 o 4 centroamericanos anteriores y cuidado si más. Tomen por ejemplo la dirección. Figuras como Ronco García, Nino Escalera, Palillo Santiago o Chemane Carradero llegaron a dirigir la escuadra boricua sin recibir un centavo a cambio. ¿Cuanto cobró Eduardo Pérez? Antes que esa pregunta debemos cuestionar por que rayos está ahí. “Cano García fue el que nos llevó al triunfo en Venezuela, pero el contrato que me entregaron el 30 de junio dispone que para tener jugadores de Grandes Ligas en el Equipo Nacional se necesitan técnicos con experiencia en Grandes Ligas”. Esto lo declaró Israel Roldán en Julio del 2009 en entrevista con el amigo Titito Rosa para explicar la salida de Cano García como dirigente aun con el triunfo de éste frente a la selección en el pre-mundial solo dos años atrás. Desde que Pérez es dirigente, nunca ha dirigido a un Grandes Ligas activo. De paso, de ese equipo que gano en el pre-mundial, solo dos jugadores estaban en Mayagüez (Irving Falú y Mario Santiago).
De seguro pudiéramos seguir, pero hay algo que quiero expresar para terminar. Perdimos la oportunidad genuina y dorada de darle exposición a los que semana tras semana se tiran a los terrenos de juego en nuestro torneo. Esos ídolos de pueblo muy bien pudieron ser recompensados por quienes se supone los defiendan y los valoren. Eso no sucedió y en resumen, no lo podían hacer peor que los que nos representaron. Ningún experimento es un fracaso absoluto, siempre puede servir de ejemplo negativo. Y aunque perdimos algo más que una medalla, con las mentes que llevan el deporte que amamos dudo que tomen ejemplo del desastre vivido.