domingo, 26 de enero de 2014
CARTA DE OSCAR LÓPEZ RIVERA A SU NIETA KARINA PUBLICADA POR EL PERIÓDICO DEL NUEVO DIA DE PUERTO RICO
CARTA DE OSCAR
LÓPEZ RIVERA A SU NIETA KARINA PUBLICADA POR EL PERIÓDICO DEL NUEVO DIA DE
PUERTO RICO
Puerto Rico 25 de enero de 2014. Comienza la Carta de Oscar López
Rivera a su nieta Karina Publicado por el periódico del Nuevo Dia de Puerto
Rico. Las
manos en el cristal: Aire fresco de la Patria. Por Oscar López Rivera / 32 años encarcelado. El prisionero político
puertorriqueño Oscar López Rivera lleva 32 años encarcelado. El Nuevo Día
publica periódicamente los sábados las cartas que el preso político Oscar López
Rivera le envía desde prisión a su nieta Karina, a la cual solo ha conocido a través
de los barrotes de la cárcel. López Rivera lleva 32 años encarcelado.
Querida
Karina,
Cada
visita que recibo desde Puerto Rico es una bocanada de aire fresco.
Eso
sentí hace poco, cuando me visitaron los líderes independentistas María de
Lourdes Santiago y Juan Dalmau, dos jóvenes que representan a una nueva
generación de luchadores. Ambos son pensadores críticos, personas educadas y
sensibles, con sólidas raíces familiares. La visita fue más significativa aún
por la fecha: 11 de enero, lo que nos permitió celebrar juntos el nacimiento de
Eugenio María de Hostos.
Compartieron
un buen rato conmigo y hablamos de la difícil situación por la que atraviesa la
Isla y la ausencia de respuestas reales para resolver la crisis. Pero en ningún
momento se mostraron pesimistas respecto al futuro. Al contrario, ambos tienen
una gran fe en nuestro pueblo.
Estuvieron
por primera vez en Chicago y quedaron impresionados con el trabajo comunitario
y político que se está realizando en esa ciudad, y el compromiso que muestran
las nuevas generaciones de puertorriqueños y latinos en general. Les dije que
era crucial que ellos se mantuvieran en contacto con la diáspora
puertorriqueña, en Chicago y en las demás ciudades, para construir puentes de
entendimiento y apoyo, y para nutrirse de las experiencias de todos esos
boricuas que han tenido que emigrar. Hablamos largo y tendido de los desafíos
que enfrentan todavía muchos de ellos, siendo víctimas del racismo y la
marginación. El odio y el miedo a veces se utilizan contra nosotros debido a
nuestra desventaja social y política. No obstante, a pesar de todo, hemos ido
forjando unas comunidades cada vez más alertas y vigorosas, y creo que en eso
estamos teniendo éxito.
También
se interesaron por mis experiencias en la cárcel. Son demasiadas en casi 33
años que he pasado preso. Pero una cosa quise que supieran y que le
transmitieran a mi pueblo: desde el momento en que llegué a la prisión me
prometí a mí mismo que no dejaría que los carceleros influyeran en mi carácter,
y que tampoco permitiría que las condiciones tóxicas y deshumanizantes del
cautiverio amargaran mi vida. Me propuse dedicar mi tiempo a lograr unas metas.
Y, en vista de que el tiempo es precioso e irrecuperable, decidí vivir con la
mayor intensidad posible, aun detrás de las rejas. Desde entonces, desde el
momento en que entré en la primera celda de la primera cárcel donde estuve he
sido fiel a esos principios. Lo he sido incluso en las peores condiciones, que
son las largas temporadas que he pasado en confinamiento solitario.
Les
conté a María de Lourdes y a Juan algo que te he dicho a ti otras veces: el
patriota Oscar Collazo, de cuya muerte se cumplen veinte años el próximo mes de
febrero, ha sido siempre una gran inspiración en mi vida y su recuerdo me ha
dado fortaleza en los momentos más duros. Llegué a Leavenworth veintitrés meses
después del excarcelamiento de Oscar Collazo e Irving Flores Rodríguez, que
habían estado en esa misma prisión. Alguna vez había tenido la oportunidad de
hablar con Oscar y oír sus experiencias, sus consejos para capear las tormentas
y sobrevivir todos los años que tendría que estar encarcelado. Las palabras de
Oscar Collazo, que eran las de un sabio, caían en mis oídos como bendiciones.
Si me lo propongo, puedo escuchar su voz suave, cálida, llena de ternura, que
habla desde esa única dimensión de los hombres escogidos. La memoria de esa voz
siempre logra apaciguarme.
Al
final, María de Lourdes y Juan me contaron sus proyectos y los exhorté a que
continuaran haciendo lo que ellos creen que es correcto, manteniéndose alejados
del sectarismo.
Cuando
llegó la hora de despedirnos hubo mucha pena de ellos y mía, y pude ver el
dolor en sus ojos. Pero en el abrazo que nos dimos me transmitieron una fuerza
y una solidaridad increíbles.
Mantente
fuerte tú también, Karina.
En
resistencia y lucha, tu abuelo
Oscar López Rivera