domingo, 25 de octubre de 2015
NACIONALISTA REVIVE LA INSURRECCIÓN DE 1950. HERIBERTO MARÍN TORRES, A LOS 87, SIGUE EN LA PRIMERA FILA DE LA LUCHA CONTRA EL COLONIALISMO.
NACIONALISTA REVIVE LA INSURRECCIÓN
DE 1950. HERIBERTO MARÍN TORRES, A LOS 87, SIGUE EN LA PRIMERA FILA DE LA LUCHA CONTRA EL
COLONIALISMO.
Coamo,
25 de octubre de 2015. Noticia escrita y foto por el Periodista José A. Delgado
del Periodico el Nuevo Dia. “De niño, cuando solía recorrer las calles de su
querido barrio de Coabey, en Jayuya, tuvo un encuentro con la figura de Pedro
Albizu Campos que le deslumbró e iluminó el sendero que le serviría de guía en su
lucha por la independencia de su patria.
A
los 14 años ingresó a los Cadetes de la República, el ejército de voluntarios
del Partido Nacionalista. A
los 21, en medio de la insurrección armada del 30 de octubre de 1950 -que
ahora cumple 65 años-, no titubeó. Se lanzó a la calle a apoyar la revolución
convocada por Pedro Albizu Campos.
Ayudó
a su vecina Blanca Canales en el histórico momento en que se izó la bandera
puertorriqueña y se proclamó la “república de Puerto Rico”, por unas
horas, en medio del pueblo de Jayuya.
Han
pasado 65 años de la insurrección nacionalista, pero a punto de cumplir 87,
Heriberto Marín Torres sigue en la primera fila de la lucha contra el
colonialismo.
La
rebelión de 1950, que tuvo su epicentro en Jayuya y Utuado, duró dos días.
Incluyó un fallido asalto a La Fortaleza, con el objetivo de dar muerte a Luis
Muñoz Marín, en su primer cuatrienio como gobernador.
El
pasado verano, Marín Torres publicó una nueva edición de su libro “Coabey,
el valle heroico”, en el que cuenta su vida. Ahora reedita “Eran ellos”,
en la que destacó la heroicidad del grupo de revolucionarios de octubre
de 1950.
¿Desde
cuándo es nacionalista?
En
Coabey éramos vecinos de Blanca Canales. Bien pobrecitos. En la casa de Blanca
había tres fotos. Una de su mamá, otra de su papá y la de don Pedro Albizu
Campos. Tenía yo siete años. Me impactó eso de que estaba preso porque quería
la independencia de Puerto Rico.
¿Dónde
estaba el 30 de octubre de 1950?
Estuve
en la batalla de Jayuya. Me tocó por una casualidad de la vida junto a
Blanca Canales, líder de la revolución en el centro de la isla, desplegar la
bandera de Puerto Rico y proclamar la república. Fue en el pueblo encima
de la farmacia de Guillermo Hernández, donde había un pequeño hotel. Cuando
hieren a Carlos Irizarry, que era nuestro comandante, me envían a buscar a
Blanca, para informarle que Carlos estaba grave.
La
encuentro en el segundo piso de la farmacia, donde estaba sacando de su cartera
la bandera de Puerto Rico, la desplegamos y dimos un ‘viva la república’.
Blanca salió hacia Utuado a llevar a Carlos Irizarry a una clínica. Saliendo de
Utuado la arrestaron.
¿Y
usted?
Me
quedé en Jayuya junto con el grupo. Nos refugiamos en las montañas de Coabey,
hasta que tuvimos que rendirnos porque no teníamos municiones para luchar
contra la guardia nacional. Yo tenía una escopeta sin cartuchos. En
el recorrido que hicimos buscando armas, me apoderé de ella, era de un primo
mío.
¿Dónde
le arrestaron?
A
mi grupo nos arrestaron en el barrio Coabey, el 3 de noviembre.
Abandonamos el pueblo el mismo 30. El 1 de noviembre había ocurrido el
tiroteo de la Casa Blair, por parte de Griselio Torresola y Oscar Collazo.
Además, ya habían arrestado a don Pedro. Carlos Irizarry había muerto en la
clínica de Utuado.
Fueron
unos días de lluvias muy grandes, estábamos sin armas, sin municiones. Cuando
entró la Guardia Nacional a Coabey entraron disparando morteros hacia los
montes en que estábamos.
¿Hubo
bombardeos?
Puedo
asegurar que aviones de la Guardia Nacional ametrallaron el pueblo desde el
aire. El Imparcial aludió a ‘bombardeos’ de Utuado y Jayuya. Es una cosa muy
distinta al ametrallamiento. Gente habló de bombardeos.
¿No
estaban suficientemente armados?
No
estábamos preparados. Hubo que adelantarla (la acción armada) después que
detuvieron a un grupo, por el Caño Martín Peña, y le encontraron armas el 27 de
octubre, después de participar en Fajardo en el aniversario del natalicio de
Antonio Valero.
¿Se
adelanta en respuesta a la represión?
Al
don Pedro enterarse, decide en dos días preparar la revolución. No hubo tiempo
de informar a todo el pueblo, a las juntas nacionalistas.
¿Cómo
fue el trato en la cárcel?
Bien
inhumano, fuimos llevados a la cárcel de Arecibo, de los tiempos de España, con
unos calabozos inmundos, incluidos los heridos de la masacre que hizo la
Guardia Nacional. De comida daban patitas de cerdo con gusanos. Había que echar
a un lado lo dañado, y comerse el arroz blanco. Estuvimos más de un año incomunicados
por completo.
Durante
el tiempo que estuvimos en el Oso Blanco, al único superviviente del ataque a
La Fortaleza, Gregorio Rivera Hernández, se le murió la única niña que tenía de
seis meses. Vino a saberlo un año después, cuando empezaron las visitas.
Pasaban los guardias a la 1:00 a.m. dando golpes con los rotenes en los
barrotes de las celdas. Veinte a veintidós días sin sacarnos a bañar.
Encerrados en una celda individual en el Oso Blanco, de seis pies de ancho por
10 de largo. Era una forma de destruirte poco a poco. De ahí es que enloquecen
Francisco Matos Paoli, Ángel Díaz, mi primo Miguel Ángel Marín. Te enfermabas y
pasaban días sin llevarte al médico. Hay cosas inexplicables. Un día aparecen
con colchones nuevos para cada una de las celdas. Estuvieron allí por solo un
día, pues volvieron a traer colchones llenos de pulgas viejos. El maltrato era
también que pudiéramos ver como llegaban los familiares a los portones, sin que
pudieran entrar. Lo que le hicieron a don Pedro, después del tiroteo en el
Congreso, que lo encierran en una celda con tuberculosos y criminales. Don
Pedro ya había sido quemado en La Princesa. No tenía forma de moverse y
pusieron un preso común a atenderlo, y el pobre hombre era una persona muy
buena, pero no podía limpiarlo. Pasó días en su propio excremento yorina sin
atención.
¿Cómo
resistió usted?
Don
Pedro decía que en una revolución teníamos posibilidades de ganar, caer
preso o morir. Estábamos preparados. El grupo nacionalista, con muy pocas
excepciones, era muy religioso. Yo estudiaba para ser sacerdote. Se
logró por el amor al ideal y apoyo de mi religión.
¿Preservó
sus memorias escritas sobre ese nefasto período en prisión?
En
pequeños trozos de papel escribía en letras muy pequeñas los hechos
principales. Como único podía salvarlos cuando nos hacían registros en las
celdas era pegarlos con jabón debajo de la tapa (donde está la bomba de agua
para el) inodoro. Así pude salvar muchas de las cosas que relato en el libro.”
Termina el escrito. Editado por Ramon Luis Vazquez Collazo de la Prensa
Independiente y Noticiasillescanos.net (Vazcorp Corp.).