jueves, 7 de enero de 2016

MOMENTO DEFINITORIO PARA LA PATRIA DE PUERTO RICO. EDITORIAL ESCRITO POR LA DIRECCIÓN DEL ROTATIVO CLARIDAD


MOMENTO DEFINITORIO PARA LA PATRIA DE PUERTO RICO. EDITORIAL ESCRITO POR LA  DIRECCIÓN DEL  ROTATIVO CLARIDAD

Coamo,  7 de enero de 2016. A continuación editorial escrito por  el  Rotativo Claridad. En medio de la peor crisis económica y fiscal del pasado medio siglo, Puerto Rico se apresta a comenzar un nuevo año calendario que, a juzgar por los acontecimientos ocurridos durante las últimas semanas, apunta a que tendrá consecuencias definitorias para el futuro de nuestro país. A la llegada del 2016, la confluencia de distintos factores políticos y económicos ha preparado el terreno para que surjan unas nuevas reglas de juego en la relación política entre Puerto Rico y Estados Unidos. Ya se anunció la celebración de una temprana ronda de reuniones y vistas para estos próximos días, en las cuales el Congreso de Estados Unidos atenderá el asunto de la crisis fiscal que ahoga al Gobierno de Puerto Rico y lo tiene prácticamente inoperante.

Esto, ante la inminente posibilidad de impago de ciertos vencimientos próximos de porciones de la llamada deuda garantizada por la Constitución. Decidan lo que decidan sobre la deuda de Puerto Rico en la Cámara de Representantes y el Senado federal, ya ha quedado claro que dicho proceso desembocará en la imposición de una junta de supervisión fiscal, con poder y responsabilidades delegadas por el Congreso y el Presidente de Estados Unidos para tomar todas las decisiones medulares en torno a la deuda, el presupuesto y las operaciones fiscales del Gobierno de Puerto Rico, lo que, en la práctica, representará el regreso a los tiempos previos al 1950, cuando la gobernanza de nuestro país se ejercía por decreto desde Washington, en un ejercicio crudo de hegemonía colonial.

Quizá por la misma razón de que es inevitable la imposición de dicha junta de supervisión fiscal, la administración del presidente Barack Obama ha querido ir más allá, haciendo una expresión contundente de lo que, desde hace algún tiempo, es la posición reiterada de los jeques de Washington sobre la naturaleza de la relación entre Puerto Rico y Estados Unidos. Sólo que ahora el Departamento de Justicia federal deja consignado por escrito, de una forma muy cruda, que nuestro país sigue siendo una posesión territorial de Estados Unidos- entiéndase en idioma internacional, una colonia- y que el proceso de 1952 que desembocó en la creación del llamado Estado Libre Asociado (ELA) no liberó a Puerto Rico de la infame cláusula territorial ni de los poderes plenarios del Congreso.

Para hundir definitivamente al ELA y quizá forzar entre las fuerzas políticas de Puerto Rico la discusión seria del estatus político, los juristas de la administración Obama se han valido de un caso que examinará próximamente el Tribunal Supremo de Estados Unidos, y en el cual se cuestiona la legalidad de juzgar bajo la ley de Puerto Rico a un imputado de delito que ya fue convicto por dicho delito bajo la ley de Estados Unidos. Como no hay peor ciego que el que no quiere ver, habrá quien quiera interpretar esta acción del ejecutivo estadounidense como un gesto fútil y teatral para sacudir de su complacencia a los colonialistas del patio. Pero, quien conozca a fondo las maquinaciones del Imperio entenderá el impacto real de un gesto que expresa, como ninguno del 1952 hacia acá, que el llamado ELA no produjo ningún cambio sustancial en nuestra relación colonial con Estados Unidos y que su celebrada fanfarria fue un fraude monumental que no sólo burló al pueblo de Puerto Rico sino también a la comunidad internacional que aboga por el fin del colonialismo.

El que Estados Unidos haya escogido este momento y estas circunstancias para hacer una admisión de esta magnitud tiene unas implicaciones que no pueden ni deben pasar desapercibidas para los actores políticos y sociales en nuestro país, ni para nuestro pueblo. Durante la última semana, los medios de comunicación han recogido las expresiones de importantes voces políticas del País en torno a estos hechos, y ya se va perfilando un cambio en muchas de ellas, como la del presidente del Senado, Eduardo Bhatia, que afirma, contrario a su discurso tradicional, que se acerca la hora para un cambio de relación entre Puerto Rico y Estados Unidos.

Nadie debe dudar que, ante el descalabro económico y fiscal de Puerto Rico, ocurrido bajo el mando directo de Estados Unidos, ya no es posible para éstos seguir ocultando el fracaso de su experimento colonial en Puerto Rico, el cual ha quedado evidenciado ante el mundo entero, para vergüenza de ellos y nuestra. Aún más, ya se sabe que el fracaso económico y fiscal de Puerto Rico le va a costar muchos miles de millones al gobierno de Estados Unidos, lo cual les duele a los Republicanos que controlan el Congreso, por lo que no es de extrañar los procesos paralelos recientes, uno desde el Congreso y otro desde la Rama Ejecutiva, para tratar de resolver el entuerto de Puerto Rico al menor costo posible en dólares, recursos y reputación para el imperio estadounidense.

En esta edición, CLARIDAD ofrece análisis de la realidad de Puerto Rico a la luz de estos recientes desarrollos. Los independentistas puertorriqueños, sobre todo, están llamados a convertirse en un factor indispensable en el nuevo diálogo que deberá desarrollarse con Washington a partir de este momento. No sólo por el sacrificio y martirologio de las decenas de patriotas, de todas las generaciones, que han hecho y hacen sacrificios y ofrendado sus vidas por la independencia de nuestra Patria, sino por haber sido la fuerza firme que porta el estandarte de nuestra dignidad nacional, aun habiendo sido ridiculizados, perseguidos, encarcelados y llamados “locos”, subversivos y terroristas por el imperio y sus adláteres coloniales.

Es nuestro deber patriótico ineludible arreciar el combate contra el colonialismo desde todos los frentes. De la misma manera en que se ha logrado con éxito mantener vivo el reclamo descolonizador en el escenario internacional –en el Comité de Descolonización de las Naciones Unidas, el Movimiento de Países No Alineados, y más recientemente la Conferencia de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC)– asimismo es necesario hacerlo en el plano nacional y entre la diáspora en Estados Unidos, alzándonos sobre nuestras diferencias, lanzando los puentes que haya que lanzar, y abriendo los caminos que haya que abrir para la unidad en la acción, en este momento histórico en que la quiebra total del modelo colonial nos ha abierto una hendija a la posibilidad de un Puerto Rico soberano, y con todos los poderes que le permitan reconstruirse para beneficio de nuestras presentes y futuras generaciones. Termina el editorial de Claridad. Editado por Ramón Luis Vázquez Collazo de la Prensa Independiente y Noticiasillescanos.net. Publicación cortesía de Vazcorp Corp.