lunes, 16 de marzo de 2009

LA AVARICIA DEL GRAN CAPITAL


LA AVARICIA DEL GRAN CAPITAL

San Juan, 16 de marzo de 2009. “Hemos sembrado la esperanza en los valores de la bolsa, mientras desvalorizamos las acciones de nuestra propia humanidad”. Jorge Carvajal Posada.

La avaricia se ha convertido en el valor supremo de una clase social minoritaria, que controla los medios de producción y el gran capital a nivel mundial. Este sector privilegiado se niega a aceptar su responsabilidad social empresarial y rechaza los llamados a contribuir justamente al bien común, cuyos intereses han sido representados históricamente por el Estado.

Por eso, la preocupación ante la crisis económica mundial de los magnates de las multinacionales, de los bonistas y de los inversionistas más poderosos, es el índice de la bolsa de valores y el nivel de sus ganancias, sin preocuparse por el desarrollo humano de sus semejantes como la alimentación, la educación, la salud, la vivienda y los empleos.

De ahí que más de la mitad del planeta viva en la pobreza en los países subdesarrollados del África, Asia y América Latina, del llamado Tercer Mundo. Según estadísticas de la ONU, solamente diez multinacionales dominan toda la distribución de alimentos a nivel mundial y el 20% de los países más ricos controlan el 80% de la producción alimentaría.

Son estos grandes intereses los que han impulsado “el neoliberalismo y la globalización” para apoderarse de todos los mercados, incluyendo los servicios públicos como la energía, el agua y la salud.

En Puerto Rico, las experiencias negativas de la PRTC, Ondeo y la Reforma de Salud, son solo una muestra del desastre privatizador. Para estas multinacionales, lo esencial es el crecimiento desmedido del consumo. Ellas se dedican a producir en masa explotando los recursos naturales de los países más pobres y pagando salarios de miseria o muy por debajo del valor real del trabajo. Por eso, en su ideario capitalista, productividad y eficiencia es igual al aumento de sus ganancias y nada más.

No importa que el consumo provoque graves calamidades en nuestra salud, como la grasa saturada de los restaurantes de comida rápida, la contaminación del ambiente por el exceso de automóviles y la proliferación de las guerras que sólo beneficia al complejo militar industrial. Para el gran capital, el objetivo supremo es que aumenten sus ventas y sus dividendos, aunque se afecte la vida misma.

Por eso en Puerto Rico, los inversionistas de Wall Street insisten en el despido masivo de empleados públicos, la privatización y el aumento de arbitrios y del IVU. Además, se oponen a eliminar temporeramente las exenciones contributivas a las multinacionales que expatrían más de treinta mil millones de dólares anuales. El 10% de esos fondos resolverían el problema fiscal del gobierno, que es lo que pagan en Singapur e Irlanda.

¿Por qué las corporaciones extranjeras aportan menos de la mitad al erario que los individuos, no cumplen con los decretos de empleos, ni pagan contribuciones? ¿Por qué no se les exige que aporten de sus exorbitantes ganancias de capital y se prefiere pedirle mayores sacrificios a los que menos tienen?

Sin embargo, la situación actual nos brinda una oportunidad de reenfocarnos en una agenda puertorriqueña solidaria, fundamentada en el bien común y el respeto a la naturaleza. Organicemos la esperanza, a través de un nuevo modelo de país donde la soberanía, la democracia participativa, la justicia social y el desarrollo sustentable, nos permitan rescatar nuestros valores humanos. Es hora de ponerle un detente a la avaricia de los bonistas foráneos y de las multinacionales que controlan nuestra economía. Lo antes mencionado fue un escrito enviado por el Sr. Papo Coss, Activista Social de Puerto Rico.

En mi opinión este escrito refleja la realidad de nuestro pueblo y de algunos pueblos de este mundo donde los privilegiados gobiernan al país y la silenciosa mayoría espera un líder que defienda sus intereses. Llegará el día en que esa silenciosa mayoría no aguante más y exija sus derechos como miembros de esta sociedad. Al Gobernante de Puerto Rico un 10% de reducción de su sueldo es un insulto a los trabajadores de nuestro pueblo pero un 75% sería una alternativa positiva por que el trabajador que usted va a despedir no tendrá nada para pagar las hipotecas de los Banqueros. Usted tiene un compromiso con el pueblo de Puerto Rico de no despedir a ningún empleado. Si usted parte de la premisa de que el despido de los trabajadores no es negociable, yo estoy seguro de que buscará la forma de no despedir a esos padres de familia. El despido de trabajadores es irse por la ramita pero al no despedir trabajadores usted será reconocido como un gobernante del nuevo siglo y no de un país “bananero” del siglo pasado.

Editado por Ramón Luis Vázquez de Noticiasillescanos.com